El propósito del lijado es alisar la
superficie eliminando desigualdades. También es necesario para
proporcionar la rugosidad que mejora la adherencia de
la pintura. Para obtener un buen resultado, la superficie a pintar debe
estar seca, limpia, sin grasa y lisa, pero no demasiado pulida.
Lijado en seco
Es preferible el lijado en seco para eliminar la pintura antigua. Ello proporciona una mejor
adherencia a la nueva capa de pintura. El inconveniente es que levanta
polvo, cuya inhalación puede ser nociva. Por lo tanto, se usa tapabocas.
Lijado en húmedo
Con el lijado en húmedo se evita el polvo. Es más rápido, porque
el papel de lija no se gasta tan fácilmente si se mantiene húmedo y, por
lo tanto, hay que cambiarlo con menos frecuencia.
Existen varios tipos de lijadoras, como las de disco, las de trompo o las de banda. Además se pueden comprar papeles de lija. Se clasifican por puntos, entre más puntos tenga más fino es el lijado.
Por ejemplo está la lija punto 120, ese punto determina su grado de abrasión que no es mucho. Hay lijas de 320 y hasta de 600. Podemos entender por eso que su grado de abrasión es demasiado fino y, haciendo un buen uso de las lijas se puede llegar a alisar la madera de manera que no se sienta suavecita al tacto sino completamente lisa.
El buen uso de las lijas se da utilizándolas gradualmente, es decir, para dejar bien lisa una pieza de madera no podemos pasar a utilizar una lija punto 600 de primeras. Primero tomamos la lija de menor grado de abrasión y lijamos, luego de tener una superficie homogénea pasamos a un punto de abrasión superior, puede ser 270 o 300 y así sucesivamente.
Buena descripción del proceso de lijado
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